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sábado, 1 de noviembre de 2014

Dédalo - El genio universal

Dédalo - El genio universal

Dédalo llego a Creta desde Atenas y  encontró un lugar en la corte del Rey Minos gracias a sus múltiples talentos como escultor, arquitecto e inventor. Sin embargo,  una de sus primeras creaciones fue un artefacto que permitió a la esposa de Minos engañarlo con un toro.
Cuando de esa unión nació un Mino tauro, mitad toro, mitad humano, el rey hizo que Dédalo construyera un laberinto destinado a encerrar al vástago de su mujer. Y Dédalo volvió a traicionar a Minos, enseñándole a la princesa Ariadna como alguien podría escapar, sin plano alguno, atravesando los corredores sin terminables del laberinto interminable de los laberintos.   
Ariadna le transmitió el secreto del laberinto a Teseo, ese mato al Mino tauro y huyo con la princesa. La ira del rey solo obtuvo calma cuando arrojo a Dédalo y a su hijo Ícaro dentro del laberinto. Pero Dédalo cada mañana junto plumas de aves que anidaban los techos, hasta que pudo armar dos fuertes para él y para su hijo. En su fantástica fuga, no le resulto difícil saltar al vacío y aprovechar las corrientes de aire. Una y otra vez le  aconsejo a Ícaro que no se acercase demasiado al sol porque la cera con que había adherido las plumas no resistiría el calor.

Ícaro era impulsivo y joven. Dédalo lo vio ascender hasta perderse en el cielo, y al siguiente instante, caer hacia el mar como una roca. Con el grito de su hijo resonando en sus oídos, tal vez Dédalo recordó las victimas que se habían cobrado su personalidad y su genio.

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