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martes, 25 de noviembre de 2014

Narciso – El amor a si mismo

Narciso – El amor a si mismo

Al nacer Narciso, hijo de una ninfa y de un rió, el vidente ciego Tiresias auguro: “El niño vivirá, hasta una edad avanzada, en tanto no se contemple a si mismo”. La madre de Narciso quito del camino toda superficie espejada y el joven  alcanzo dieciséis años tan plenos y bellos que de solo verlo provocaba pasiones desenfrenadas.

Entre los enamorados y enamoradas de Narciso se encontraba la ninfa Eco. Tiempo atrás Zeus había convocado a Eco par que acompañara a la diosa Hero. El rey de los  dioses esperaba que el parloteo incesante de la conversadora ninfa distrajera a su esposa, mientras él se dedicaba a sus amantes. Pero la diosa Hera comprendió la estratagema y le quito a Eco el poder de las palabras. Desde ese momento la ninfa solo pudo repetir las últimas voces que otros pronunciaban.

Cuando Narciso la sumo a su lista de rechazo, oculta en las cañadas, Eco se consumió hasta quedar en un hijo, una resonancia, una tenue voz, Narciso, en tanto, siguió su camino impasible a las emociones que despertaba. Hasta que Némesis, la diosa de la venganza, escucho las quejas de los despechados y envió sobre el joven un calor agobiante que lo condujo a las orillas de un rio. Al inclinarse sobre las lisas aguas de plata, Narciso contemplo su imagen por primera vez. Verse fue enamorarse de sí mismo, con un amor terrible e imposible, que lo hizo agonizar.

Apuro su muerte clavándose una daga en el pecho y del contacto de su sangre con la tierra broto una nueva flor: el narciso. Una bella y indiferente a la pasión de los humanos, como cualquier otra flor.


https://alanfloa.wordpress.com/

lunes, 24 de noviembre de 2014

Apolo y Dafne

Apolo y Dafne

Quien se burla del amor tienta su suerte, Apolo se burlo de Cupido, y este extrajo de su carcaj dos flechas. Una, la que provocaba el amor y tenia punta de oro, el pequeño dios la lanzo contra Apolo. La  otra, la que inspiraba el rechazo y tenia punta de plomo, se la arrojo a Dafne. 

Dafne era una ninfa  cazadora  consagraba ha Artemisa que rechazaba cualquier pido de amor masculino y no deseaba casarse. Pero Apolo amo desoladamente a este esquivo símbolo de la castidad y la persiguió sin tregua, como si fuera una de las presas que el solía cazar.


Cierto día, cuando Dafne ya podía sentir el aliento del dios en su delicada nuca, la ninfa le rogo a su padre, el rio Peneo, que utilizara su poder divino para liberarla  de  su perseguidor. Su plegaria fue escuchada. Un entorpecimiento se apodero del cuerpo de Dafne: su fina forma se escondió tras una delgada corteza; sus cabellos se tornaron hojas; sus brazos, ramas; sus pies se aquietaron convertidos en raíces. Todo se trasmuto en ella, a excepción de su belleza. Dafne se había transformado en un laurel. Apolo se abrazo a su tronco y dijo: “Si no puedes ser mi mujer, serás mi árbol preferidos”. Por eso el laurel corona a los vencedores y mandatarios, honra a quienes se destacan en las artes, y adornas la lira de este amante inconsolable.



http://pilar-palabrassueltas.blogspot.com/2013/05/apolo-y-dafne.html

domingo, 23 de noviembre de 2014

Crixus - El galo

Crixus
Crixus o Criso, fue un esclavo, gladiador y dirigente de la rebelión de esclavos, junto a Espartaco, Enomao, Gannicus y Castus. Su nombre significa «pelo rizado».
Era originario de la Galia y había sido un esclavo durante varios años. Crixo fue capturado por los romanos cuando combatía con los Alóbroges contra los romanos. Al igual que sus compañeros, Crixo se entrenó como gladeador en Capua. En varias escaramuzas tempranas, su compañía de gladiadores  cambió el rumbo la de batalla atacando los puntos débiles del enemigo.
Inicialmente, el ejército de esclavos tuvo gran éxito, derrotando a las fuerzas Romanas enviadas para sofocar la insurrección. Sin embargo, Crixo se separó de Espartaco hacia finales de año. Espartaco quería regresar a la Galia y los Balcanes, pero Crixo optó por el saqueo y se quedó en el sur de Italia. Algunas fuentes sugieren que la separación de Espartaco pudo haber sido también una estrategia militar acordada entre ambos (Crixo y Espartaco) para deshacerse de los romanos. El señuelo permitiría a Espartaco escapar al extremo norte con el cuerpo principal del ejército, sin embargo como los ejércitos romanos comenzaban a regresar a sus hogares de las campañas en el extranjero por el oeste y el este, podría representar una posición peligrosa para Espartaco. Si el señuelo funcionaba, Crixo se reuniría con Espartaco por otra ruta, pero no hay ningún dato real que demuestre que esto fue así.
En la primavera , uno de los dos cónsules romanos enviados para sofocar la rebelión, Lucio Gelio Publícola, atacó a Crixo. En la batalla del Monte Gárgano, Crixo usó su infantería germana para debilitar a los romanos antes de enviar a sus gladiadores celtas. Sin embargo sus guerreros germanos fueron derrotados, lo que forzó a Crixo a luchar en forma defensiva, siendo derrotado. Crixo fue muerto y su ejército de 20.000 hombres fue totalmente aniquilado.
Espartaco honró la memoria del ex gladiador Crixo con juegos funerales en los que obligó a 300 prisioneros de guerra romanos a luchar a muerte como gladeadores.


Aquiles - Semidios

Aquiles

La nereida Tetis adoraba tanto a su hijo Aquiles que para protegerlo y volviéndolo invulnerable lo sumergió en un rio con agua mágica. Años más tarde, la nereida volvió a proteger a su hijo ocultándolo en un harén, disfrazado de muchacha. Tesis quería  impedir que su hijo fuera reclutado para el combate de Troya, donde encontraría una muerte segura. Pero el ingenioso héroe Ulises apareció  en el harén donde se ocultaba Aquiles. Llego ataviando como un vendedor y le resulto fácil reconocer  entre las mujeres a una insólita mente alta y fuerte, más interesadas por las armas que por las telas, y que atajaba instintivamente  ovillos de lana abriendo las piernas bajo la falda, y no cerrándolas. También le resulto  sencillo convencer a Aquiles  para que  lo acompañara. Especialmente cuando este supo que su adorado primo Patroclo estaría allí. Desde pequeños, Patroclo y Aquiles habían sido fieles amigos.

Durante la contienda, Aquiles se enemisto con su jefe por la posesión de una esclava y ofendido, abandono el combate. Patroclo  se coloco la armadura de su  primo y fue abatido  por los enemigos. El dolor de Aquiles  fue demoledor. Sin tomar en cuentas los malos augurios, volvió a la batalla. Hasta su caballo, dotado de palabra por un momento, le anuncio una pronta muerte. Intentado protegerlo nuevamente, la madre de Aquiles le pidió  al dios herrero Hefestos que forjara para su hijo otra armadura.

Luchando junto al rio, Aquiles dejo tantos cadáveres que obstruyo la corriente. El mismo dios del rio, enojado,  lo tuvo que perseguir con sus aguas turbulentas para obligarlo a retroceder. Aquiles se enfrento finalmente con el matador de Patroclo, el héroe troyano Héctor. Los dioses del Olimpo pesaron en una gran balanza los destinos de ambos, y decidieron que Aquiles fuera el vendedor. Definida la contienda, Aquiles hizo que Héctor, suplicara por su vida, le dio muerte, y lo ato por los tobillos a un carro que arrastro repetidas veces alrededor  de los muros externos  de la ciudad. Recién días después permitió que retiraran su cadáver. Fue en ese instante  cuando Aquiles vio brevemente a una joven troyana, y el amor que nació en él  fue más fuerte que su fidelidad a la causa griega. En ese momento, Paris, el troyano que había iniciado la guerra, lanzó una flecha que alcanza a Aquiles en su talón y lo mató.


Por el talón había sostenido Tesis a su hijo mientras lo sumergido en las aguas mágicas del rio. La nereida aun no sabía que el amor maternal no puede proteger todos los puntos débiles de los hijos que salen a pelear sus propias batallas o guerras.

http://mbgrecia.foroactivo.com/t2-aquiles-hercules-y-perseo-3-semidioses

martes, 18 de noviembre de 2014

Atlas

Atlas

El titán Atlas era hijo de Japeto y de la ninfa Climene. Después de que los titanes se hubiesen puesto a disposición de Zeus y sus hermanos, Atlas fue el único titan que no fue hecho prisionero en el mundo de los muerto. Zeus le infligió un castigo especial que consistió en cargar con el arco del cielo sobre sus hombros. Atlas llevó a cabo la tarea en el rincón más occidental que los griegos conocían .
Heracles visitó a Atlas en uno de sus Doce Trabajos para recoger las manzanas de oro de las Hespérides. Gaya, la diosa de la tierra, le había dado las manzanas a Hera cuando se casó con Zeus y ésta a su vez se las entregó a las Hespérides, hijas de Atlas, para que las guardasen en un bello jardín que estaba protegido por el dragón Ladón. Atlas le puso una condición a su visita.
Para evitarle el problema de luchar con el dragón, iría él mismo hasta el jardín mientras Heracles le sostenía el arco del firmamento.
Afortunadamente, Heracles era lo suficientemente fuerte y Atlas pudo llegar al jardín. Cuando regresó con las manzanas, le sugirió que podría ir él a entregárselas a Eurystheus (Euristeo), jefe de Heracles, mientras el héroe seguía sosteniendo el arco un poco más.
Heracles fingió estar de acuerdo con la idea, pero le pidió a Atlas que tomase el arco un momento para poder ponerse un almohadón sobre sus hombros doloridos. Atlas accedió y así HeracIes pudo huir con las manzanas, provocando el lamento eterno del primero ante tan pesada carga.
Ovidio describe cómo Perseo, hijo de Zeus como Heracles, visitó a Atlas. Perseo le pidió pasar la noche con él, a lo que aquél se negó, recordando un oráculo que en cierta ocasión le había dicho que un hijo de Zeus llegaría para robarle las manzanas de sus hijas -probablemente se refería a Heracles-. Atlas amenazó a Perseo y éste utilizó la cabeza de Medusa para convertirle en montaña de piedra, la cadena del Atlas en Marruecos.


http://utopiacritica.blogspot.com/2014/01/percy-jackson-y-la-maldicion-del-titan.html




jueves, 13 de noviembre de 2014

Ariadna – La clave del laberinto

Ariadna – La clave del laberinto

La congoja se repartía año tras año. Siete jóvenes y siete docenas llegaban a Creta para ser ofrecido en sacrificio. Venían a saciar el hambre del Mino tauro, un monstruo con cuerpo de hombre y cabeza de toro, encerrado en un laberinto que el rey Minos había hecho construir especialmente para aprisionarlo. Los sacrificios humanos llegaron hasta el fin  cuando llego entre las jóvenes victimas, por propia voluntad del príncipe ateniense Teseo, hijo de Egeo, rey de Ática, o tal vez del propio dios del mar Poseidón.

Teseo  tenía un amplio historial como justiciero. Había vencido ya a terrible bandidos, a gigantes, a una cerda feroz. Y había obligado a acostarse en su propio lecho al sádico Procusto, que hacia yacer en él a los extranjero que pasan por su reino, ajuntándolos a la medida de su cama. Si sus piernas eran más largas que el lecho, las cortaba, y si eran cortas, las estiraba por la fuerza.

Al arribar Teseo a Creta, Ariadna, hija de los reyes de la isla, se enamoró del héroe y decidió ayudarlo a escapar del laberinto. A cambio le pidió, le pidió que la convirtiera en su esposa. Teseo recibió de Ariadna un ovillo de hilo y ató su extremo al dintel  de la puerta de entrada al laberinto. El hilo se extendió a medida que Teseo avanzaba, señalando el sinuoso camino recorrido. Así, el héroe llego frente al minotauro y lo mato con su hacha de doble filo. Luego libero a los otros jóvenes y, junto con Ariadna, todos se hicieron a la mar.

Navegando rumbo a Atenas hicieron una breve escala en la isla de Naxos, donde la pareja desembarco. Mientras Ariadna dormitaba en la playa, Teseo regreso sigilosamente al barco y reanudo el viaje. Al parecer, abandono a su enamorada impulsado por su sueño en el que el dios Dionisio le advertía que deseaba a Ariadna por esposa y que no debía interponerse. También se cree que Dionisio envió vientos adversos que alejaron la nave y confundieron los pensamientos de Teseo.

Mientras el barco se retiraba, Ariadna despertó sola en la isla y enloqueció de pena buscando a su compañero. Pronto encontró consuelo en Dionisio, que se le apareció fastuosamente, y ante su sequito de ninfas y sátiros le pedio matrimonio. Como regalo de bodas, el dios le obsequio una corona a de oro ardiente y gemas coloradas de la India, colocadas en forma de rosa. Años más tarde, cuando a Ariadna le llego la hora de su muerte, su inconsolable marido ajorro la corona al cielo. En su ascenso las gemas se volvieron más brillantes hasta convertirse en estrellas.

En cuando a Teseo, su regreso a Atenas fue trágico. Previo a su partida había convenido con su padre, el rey Egeo, que si sobrevivía a la aventura cambiara las velas negras de su nave por otras blancas. Pero olvido hacerlo. Egeo vio las vela negras, pensó que su hijo había muerto y desesperanzado se  arrojo al mar, que desde ese momento lleva su nombre.

http://biogeocarlos.blogspot.com/2010/05/dia-del-orgullo-friki-los-genes-de.html



sábado, 8 de noviembre de 2014

Deméter – La fecundidad

Deméter – La fecundidad

Démeter en la mitología Griega y para los romanos Ceres. Mientras la diosa Perséfone cortaba una flor en un prado, se abrió la tierra y surgió Hades, el dios de los muertos, que la arrastro al mundo subterráneo. La madre de Perséfone era Deméter, que la busco desesperadamente hasta que el dios Helios, dios del sol, la ilumino con la verdad. Entonces se transformo en una anciana, viajo hasta el Olimpo donde regia la agricultura de los pueblo, bajo a la tierra y en Eleusis se puso al servicio del Rey, a quien luego, junto a otros pocos, le enseñaría ritos y misterios no divulgados.


Durante el tiempo que Deméter estuvo en Eleusis, los campos se volvieron estériles, sin semilla, brote, ni fruto alguno. Solo creció el hambre. El padre de Perséfone, Zeus, tuvo que rogarle a Hades que devolvieses a su hija a la Tierra. El dios de los muerto accedió, pero antes le dio una granada a quien ya era su esposa y reina. Perséfone mordisqueo unos granos y al hacerlo quedo atada al mundo subterráneo durante algunos meses del año, los del invierno y otoño. Los meses restantes regresaba a la luz, junto a su madre Deméter, la diosa protectora y natural del todo lo que crece y florece sobre la Tierra.

http://seres-fantasticos.blogspot.com/2013/12/demeter-o-ceres.html


Fuente: El libro de los dioses,los héroes y los Mitos

martes, 4 de noviembre de 2014

Espartaco – el héroe de la libertad

Espartaco – el héroe de la libertad

El mundo antiguo conoció otras revueltas de esclavos, pero ninguna alcanzó las dimensiones espectaculares como esta. Otros rebeldes que se alzaron en armas contra el poder y el Senado de Roma, pero ningún caudillo popular logró la fama de Espartaco, que  en dos años derrotó nueve veces a las legiones romanas. Todo empezó con una revuelta en la escuela de gladiadores de Léntulo Batiato en Capua, en el año 73 a.C. De los doscientos esclavos sublevados fueron setenta los que lograron huir. Eran tracios, celtas y germanos. Apenas tenían armas, pero eran fuertes y sabían combatir.
Designaron como jefes al tracio Espartaco y a dos celtas, Criso y Enómao. Marcharon hacia el sur, se fueron armando y saquearon campos y aldeas. Se les sumaron esclavos, desertores y gentes empobrecidas, atraídos por la generosidad de Espartaco, que repartía los alimentos y armas de modo igualitario.
Ante aquella amenaza Roma envió contra ellos, un ejército de tres mil hombres. No eran las mejores legiones, pero era una tropa numerosa mandada por el pretor Clodio Glabro, que se apresuró en poner sitio al monte para rendir pronto a los sitiados. Pero en lo alto de la montaña, los refugiados se hicieron escalas de cuerda con los sarmientos de las vides, y de noche bajaron en silencio y atacaron el campamento de los desprevenidos romanos, logrando una primera y clara victoria. De nuevo Roma envió otras tropas, al mando del pretor Varinio, pero fueron vencidos en tres encuentros. El botín y el armamento reforzaron la fama y el valor de aquellos esclavos liberados que formaron ya un ejército considerable, al que se fueron agregando miles y miles de nuevos rebeldes. Espartaco inculcó un ánimo solidario y disciplina a toda su gente. Sin duda sacó provecho de que, antes de ser gladiador, había militado como mercenario en las tropas auxiliares del ejército romano y conocía sus tácticas bélicas. Para el año de 72 a.C., sus seguidores ya ascendían a cuarenta mil, y no tardarían en pasar de sesenta mil.
Luego el grupo de Espartaco con el de Criso se separaron y el grupo de Criso fueron atacados por las legiones de Gelio y sufrieron una completa derrota junto al monte Gargano. Allí quedó muerto el jefe celta y los veinte mil hombres. Pero Espartaco se enfrentó con los dos cónsules y los venció. Y como homenaje póstumo a su camarada sacrificó a trescientos prisioneros, con un cruel ultraje: les hizo enfrentarse entre ellos como si fueran gladiadores en lucha a muerte. Después se enfrentó con otro ejército romano, acaudillado por Cayo Casio, al que también derrotó. Luego decidió volver de nuevo hacia el sur, acaso forzado por su falta de víveres o por la terca oposición de la mayoría de sus seguidores. Los rebeldes pasaron cerca de Roma, lo que debió de alarmar a muchos ciudadanos, pero aquella abigarrada y numerosa tropa carecía de medios para asediar una ciudad o intentar un asalto a sus muros.
En vista de la situación, Marco Licinio Craso, se ofreció para salvar la República. De noble familia, era el hombre más rico de Roma. El Senado le concedió un poder militar excepcional y los dos cónsules derrotados, Gelio y Léntulo  (que aún mantenían su cargo), le cedieron el mando de las tropas. Craso reunió seis nuevas legiones –unos treinta mil hombres–, les sumó las cuatro de los cónsules, o lo que quedaba de ellas, y se puso en marcha hacia el sur. Era un ejército de casi cincuenta mil soldados. Envió por delante a su lugarteniente, Mummio, con dos de las castigadas legiones para acosar y vigilar a los rebeldes. Pero en un arranque de audacia, Mummio fue más allá de sus órdenes y, confiando en su posición ventajosa, atacó al enemigo. Sufrió una franca derrota; una gran parte de sus hombres huyó ante los bravos rebeldes de Espartaco. Craso, enfurecido, aplicó a aquellas tropas un terrible castigo: las diezmó. Es decir, hizo dar muerte –a manos de sus propios compañeros– a uno de cada diez hombres.
Desde Reggio, Espartaco intentó pasar con sus hombres a Sicilia. La isla se divisaba cerca, pero carecía de medios de transporte. Intentó cruzar el estrecho de Mesina en los barcos de algunos piratas, que lo traicionaron; había una nueva disensión entre sus gentes y algunos grupos se escindieron buscando un paso hacia el norte, que posteriormente fueron cazados y aniquilados, los audaces rebeldes lo cruzaron de noche y entre la nieve, y avanzaron hacia el este. Pero no pudieron evitar que los  acorralara el enorme ejército de Craso.
En abril de aquel mismo año, obligado a la gran batalla campal. El combate fue extraordinariamente encarnizado. Espartaco avanzó sembrando muerte a su paso, dirigiéndose tal vez hacia donde se encontraba Craso. Pero cayó heroicamente con múltiples heridas y su cadáver quedó irreconocible entre los montones de muertos. Craso obtuvo una aplastante victoria. Para conmemorarla y para escarmiento de cualquier rebelde, mandó crucificar a los seis mil prisioneros supervivientes a lo largo de la vía Apia, que iba de Capua hasta Roma. Numerosos fugitivos trataron de escapar hacia el norte, pero se toparon, con el ejército de Pompeyo, que aprovechó la ocasión para aniquilarlos y adjudicarse un nuevo timbre de gloria.
Luego se jactaría de haber sido él quien puso punto final a la guerra. Aunque Craso había logrado derrotar y matar a Espartaco en medio año, de otoño de 72 a.C. a abril de 71 a.C., no pudo monopolizar la victoria. Pompeyo y Craso fueron elegidos cónsules para el año siguiente. Ambos compartieron poder en Roma durante lustros y luego coincidieron en tener una muerte violenta y ser decapitados. Pero la gloria de Espartaco sobrevivió a la de los dos generales victoriosos. El nombre del esclavo tracio, rebelde y revolucionario, no se eclipsó con su fracaso y muerte. Perduró en la memoria colectiva como mítico héroe de la libertad.



domingo, 2 de noviembre de 2014

Aracne - la soberbia

Aracne - la soberbia

En las manos de Aracne, los mechones de lana parecía neblina. Ella era una simple mortal, hija de un teñidor de lanas, pero había tal arte en su trabajo, que para contemplarla girando el huso torneado o dibujando con la aguja, las ninfas abandonaban los viñedos y las aguas. Enredada en su soberbia, Aracne comenzó a proclamarse  tan buena tejedora como la misma Atenea. Y esta se presento ante ella, tomando la figura de una vieja con basto, para aconsejarla que desistiera de medirse con una Diosa. Sin embargo, la respuesta de Aracne fue retar a Atenea a probarse en una competición. 

Abandonando su disfraz, la diosa se presento con todo su esplendor. Enfrentadas en distintos telares, fueron tensándose las finas urdimbres y se entretejieron la purpura, los oros y los delicados matices de la transición de los colores.

Atenea creó un tejido en el que los dioses aparecían soberbios y centrales, en su  augusta majestad. Luego pinto con la aguja un verdadero toro, un mar verdadero y bordeo la tela con ramas de olivo de la paz. Aracne dibujo a las deidades con sus debilidades mas carnales, en un trabajo tan brillante y delicado que la diosa, fuera de sí, rompió su obra y golpeó a su rival.


Viendo la furia divina que había provocado su soberbia, la joven mortal intento terminar con su vida pasándose un lazo por la garganta. Atenea no lo permitió. “Vive, si, pero cuelga, malvada”, le dijo. Y rociando a Aracne con los jugos de una hierba, maldijo su destino y el de su descendencia. La convirtió en un araña tejedora, cuya misión es pender y tejer eternamente.



http://sobreleyendas.com/2008/05/10/el-mito-de-aracne/



Fuente : El libros de los dioses, los héroes y los mitos

sábado, 1 de noviembre de 2014

Dédalo - El genio universal

Dédalo - El genio universal

Dédalo llego a Creta desde Atenas y  encontró un lugar en la corte del Rey Minos gracias a sus múltiples talentos como escultor, arquitecto e inventor. Sin embargo,  una de sus primeras creaciones fue un artefacto que permitió a la esposa de Minos engañarlo con un toro.
Cuando de esa unión nació un Mino tauro, mitad toro, mitad humano, el rey hizo que Dédalo construyera un laberinto destinado a encerrar al vástago de su mujer. Y Dédalo volvió a traicionar a Minos, enseñándole a la princesa Ariadna como alguien podría escapar, sin plano alguno, atravesando los corredores sin terminables del laberinto interminable de los laberintos.   
Ariadna le transmitió el secreto del laberinto a Teseo, ese mato al Mino tauro y huyo con la princesa. La ira del rey solo obtuvo calma cuando arrojo a Dédalo y a su hijo Ícaro dentro del laberinto. Pero Dédalo cada mañana junto plumas de aves que anidaban los techos, hasta que pudo armar dos fuertes para él y para su hijo. En su fantástica fuga, no le resulto difícil saltar al vacío y aprovechar las corrientes de aire. Una y otra vez le  aconsejo a Ícaro que no se acercase demasiado al sol porque la cera con que había adherido las plumas no resistiría el calor.

Ícaro era impulsivo y joven. Dédalo lo vio ascender hasta perderse en el cielo, y al siguiente instante, caer hacia el mar como una roca. Con el grito de su hijo resonando en sus oídos, tal vez Dédalo recordó las victimas que se habían cobrado su personalidad y su genio.