El Rey Arturo - la caballerosidad
Tenia como dieciséis años cuando sir Éctor lo llevo a contemplar como los caballeros mas poderosos median sus fuerza, uno a uno,, Arturo pudo verlos tomar con ambas manos la empuñadura de una espada que estaba sólidamente incrustada en un yunque fundido en una roca de mármol, y supo que quien sacara la espada sería rey y gobernaría Inglaterra. Ya lo habían intentado todos, pero ninguno podía extraerla, cuando el mago Merlin, consejero del difunto rey Uther Pendragon, invitó al hijo mas pequeño de sir Éctor a probar sus fuerzas. El joven, que sostenía la espada como si no pesara, era, sin saberlo, hijo de Uther y rey por derecho propio.
Durante los siguientes años, Arturo, rey de Inglaterra, batallo incansable para unificar su reino y para merecer el amor se la bella Ginebra. Dice esta hermosa leyenda celta que doce gigantes y exterminados y doce reinos conquistados fueron necesario para medir su mano.
Como parte de su dote, Ginebra trajo desde Francia una solida mesa en forma de anillo, que instalaron en una sala maravilloso castillo de Camelot. En torno de ella se forjaría una alianza de hierro de nobles caballeros con altos ideales: los Caballeros de la tabla redonda.Su líder, Arturo, sólo falló una vez. En este enfrentamiento, la espada que había sacado de la piedra se partió, y Merlín debió salvarlo de una muerte segura, Arturo sintió una renovación espiritual, se arrepintió de su error y logro la unificación del reino. Recibió una nueva espada de la Dama del Lago, la hechicera Viviana. Era la Excalibur, que, por encantamiento, impedía que las heridas del paladín sangrando en el combate, o que perdiera su fuerza.
Muchos años después, Arturo, traicionado en el amor por Ginebra y el caballero Lancelur, traicionado en el gobierno en el gobierno por su hermana y su sobrino; ya viejo y vencido, hizo regresar la espada al lago. Fue cuando se alejó rumbo a la isla de Avalon, a alcanzar una vida inmortal. El reinado de Arturo, arquetipo de justicia, nobleza y virtud, fue un breve periodo de luz en una era oscurantista.
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