Aracne - la soberbia
En las manos de Aracne, los mechones de lana parecía neblina.
Ella era una simple mortal, hija de un teñidor de lanas, pero había tal arte en
su trabajo, que para contemplarla girando el huso torneado o dibujando con la
aguja, las ninfas abandonaban los viñedos y las aguas. Enredada en su soberbia,
Aracne comenzó a proclamarse tan buena
tejedora como la misma Atenea. Y esta se presento ante ella, tomando la figura
de una vieja con basto, para aconsejarla que desistiera de medirse con una
Diosa. Sin embargo, la respuesta de Aracne fue retar a Atenea a probarse en una
competición.
Abandonando su disfraz, la diosa se presento con todo su
esplendor. Enfrentadas en distintos telares, fueron tensándose las finas
urdimbres y se entretejieron la purpura, los oros y los delicados matices de la
transición de los colores.
Atenea creó un tejido en el que los dioses aparecían soberbios
y centrales, en su augusta majestad. Luego
pinto con la aguja un verdadero toro, un mar verdadero y bordeo la tela con
ramas de olivo de la paz. Aracne dibujo a las deidades con sus debilidades mas
carnales, en un trabajo tan brillante y delicado que la diosa, fuera de sí, rompió
su obra y golpeó a su rival.
Viendo la furia divina que había provocado su soberbia, la joven
mortal intento terminar con su vida pasándose un lazo por la garganta. Atenea
no lo permitió. “Vive, si, pero cuelga, malvada”, le dijo. Y rociando a Aracne
con los jugos de una hierba, maldijo su destino y el de su descendencia. La convirtió
en un araña tejedora, cuya misión es pender y tejer eternamente.
http://sobreleyendas.com/2008/05/10/el-mito-de-aracne/ |
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